El flúor es un mineral esencial que se encuentra en el agua, alimentos y productos dentales como pastas de dientes y enjuagues. Su función principal es fortalecer el esmalte dental y prevenir la caries. Esto se logra al hacer los dientes más resistentes a los ácidos que producen las bacterias. Además, el flúor puede remineralizar dientes dañados antes de que las caries se formen, lo que lo convierte en una herramienta clave para la salud bucal.
Durante el embarazo, el uso de flúor es seguro e incluso más importante debido a los cambios hormonales que aumentan el riesgo de caries y enfermedades de las encías. La tendencia a las náuseas y vómitos también puede dificultar una correcta higiene bucal, elevando aún más ese riesgo. Por ello, es recomendable que las mujeres embarazadas mantengan una buena rutina de cuidado dental con flúor.
Aunque el flúor se transfiere al feto a través de la placenta, su concentración es considerablemente menor que en la madre, alrededor de un 25% menos. Estudios sobre la ingesta prenatal de flúor no han mostrado resultados concluyentes sobre si esto beneficia la prevención de caries en los niños. La mayoría de los dientes se desarrollan tras el nacimiento, por lo que los beneficios prenatales son limitados.
El exceso de flúor, sin embargo, puede causar fluorosis, una afección que mancha y daña el esmalte dental. La fluorosis está vinculada a áreas con alta concentración de flúor en el agua, mientras que en zonas con poca cantidad se recomienda el uso de productos adicionales como pastas y enjuagues fluorados.
Para las mujeres embarazadas, la recomendación general es usar pasta de dientes con flúor dos veces al día y un enjuague bucal diario. Las dosis seguras varían según la edad y las necesidades, pero es importante consultar tanto al dentista como al obstetra para recomendaciones específicas.
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