Desde que nuestros dientes empiezan a asomar, nos inculcan una serie de rutinas para cuidar correctamente nuestra dentadura: cepillarnos los dientes tres veces al día, utilizar hilo dental, enjuagarse con flúor… Por el contrario se insiste poco en la importancia de desterrar aquellos hábitos cotidianos, algunos involuntarios, que pueden empeorar nuestra sonrisa. ¿Adivinarías cuáles son?
- Abrir envases con los dientes.
Todos lo hemos hecho en alguna ocasión, sin ser conscientes de que es un hábito con el que podemos fracturarlos y desgastarlos. Lo mismo ocurre al cortar cintas adhesivas u objetos similares, ya que nuestros dientes se resienten. - Morder objetos duros.
Bolígrafo, uñas, hielo e incluso los habituales palillos. Existe una amplia lista de elementos cotidianos que a menudo mordemos de manera prácticamente inconsciente, aumentando el riesgo de sufrir pequeñas facturas y fomentando el desgaste dental, a la par que dolencias relacionadas como la sensibilidad dental, que debemos tratar con una pasta dentífrica especial. - Abusar de los refrescos carbonatados.
Este tipo de bebidas contienen una elevada concentración de azúcar y especialmente de ácidos (fosfórico, cítrico, tartárico y/o carbónico) que erosionan la capa protectora del diente. Por lo tanto, su consumo habitual (sobre todo a edades tempranas) puede desencadenar pérdida de esmalte, mayor exposición de la dentina y sensibilidad dental, además de una mayor propensión a padecer caries y otras infecciones. - Tomar demasiado té/café.
Sabemos que el tabaco daña los dientes pero, ¿qué sucede con el café y el té? Estas dos bebidas no sólo los amarillean sino que también pueden dañar el esmalte dental, por lo que es recomendable limitar su consumo antes de que pueda pasar factura a nuestra sonrisa. - Cepillarse los dientes justo después de comer.
Puede parecer una recomendación, pero es todo lo contrario. Al comer o beber algo ácido el pH de la boca disminuye y aumenta el nivel de acidez, por lo que si nos cepillamos inmediatamente después potenciaremos el efecto negativo del ácido sobre nuestros dientes, ya que lo frotaremos contra ellos y lo esparciremos por toda la cavidad. En cambio, si lo hacemos pasados 30 minutos daremos tiempo a que la saliva disminuya la acidez de los alimentos. - Amortizar demasiado el cepillo.
El periodo de vida de un cepillo de dientes termina a los tres meses. El motivo principal es que, con el tiempo, las cerdas acumulan una gran cantidad de bacterias y se desgastan, perdiendo efectividad a la hora de eliminar la placa, uno de las principales causantes de la sensibilidad dental.