La caries son una enfermedad de los dientes que en frecuencia está sólo por detrás del resfriado común. Se cree que es una enfermedad infectocontagiosa, aunque con matices, ya que se conoce que otros muchos factores intervienen en la producción de las mismas y en el comportamiento evolutivo de la enfermedad en sí.
Las caries son la enfermedad «más frecuente del mundo», una patología infecciosa que es provocada por la desmineralización de las piezas dentales, y en la que se produce una desestructuración de los dientes, la formación de un hueco que se conoce como ‘caries’.
Una mala higiene o condicionantes genéticos hacen que se tenga más o menos predisposición a ellas. Lo que hay que tener en cuenta es que se provocan por la acumulación de bacterias o de placa bacteriana, y las personas con higiene dental defectuosa siempre tendrán una tendencia a padecer caries.
La placa bacteriana provoca sustancias ácidas, «el mayor enemigo del esmalte de los dientes», y es donde aparecen las caries, que avanzan progresivamente, primero destruyen el esmalte, después la dentina, hasta que aparece un proceso doloroso o inflamatorio cuando hay afectación a la pulpa del diente. Entonces hay que llegar a tratamientos más radicales como la endodoncia o el tratamiento de matar el nervio, incluso la extracción o pérdida dental.
El principal microbio que causa la caries es el ‘streptococcus mutans’. Cada persona tiene su propia flora bacteriana tanto en boca como en otras partes del organismo, y al mismo tiempo cada persona tiene sus propios mecanismos de defensa e inmunidad, por lo que habrá personas más sensibles a esta bacteria. Por tanto, hay personas más susceptibles que otras, y las personas con la boca infectada, a través de los besos, de compartir el cepillo de dientes, se transmite flora bacteriana de la boca y puede hacer que aparezcan nuevas caries. También estarían el compartir servilletas, cepillos de dientes, todas estas acciones son contraproducentes al transmitir las caries.
El papel de los azúcares y almidones
Un niño con hábitos de higiene y dietéticos puede evitar la aparición y progresión de caries, a pesar de que su madre tenga muchas caries.
El azúcar y los almidones son muy importantes en la producción de caries. Y el único método o el más importante dentro de la prevención es la aplicación de flúor. En concreto, la cantidad de flúor que ingiera un menor de seis años siempre debe ser inferior a la de las personas mayores, que ya tienen formada su dentadura.
Pero, ¿cómo se forman las caries? Por la interacción entre los almidones y los azúcares presentes en la dieta y en la flora bacteriana de la boca del paciente. Junto con los restos de comida producen una especie de pasta o placa bacteriana y esa placa, si no se elimina después de cada comida, conlleva el inicio del proceso de destrucción del diente a través de un proceso cariogénico, que tiene una parte producida por ácido y otra por bacterias.
En este contexto, señala que hay personas que tienen mayor predisposición que otras a padecer caries por la herencia genética, aunque sobre todo pueden tener lugar en aquella población menos familiarizada con los hábitos de higiene. La formación de la placa dental empieza a los 20 minutos de haber comido e interacciona con el cambio del PH o con la acidez de la saliva de ese momento. Por eso dependiendo de flora de los pacientes podemos tener más o menos prevalencia de caries.
Para evitarlas, hay que seguir con una buena higiene dental, cepillándose los dientes al menos tres veces al día o después de cada comida, empleando, siempre que sea necesario un hilo dental o colutorios.
A su vez, hay que destacar que la pasta de dientes cuente con flúor, ya que ayuda a mineralizar el diente, frente a la desmineralización que sufre por las caries, y aconseja evitar los ácidos y los azúcares, las chuces, los postres, las bebidas carbonatadas, y asistir al dentista una vez al año.