El injerto óseo es una técnica odontológica diseñada para aumentar el volumen y calidad del hueso maxilar o mandibular en pacientes que necesitan rehabilitaciones con implantes dentales o corrección de defectos óseos. Este procedimiento resulta esencial cuando la estructura ósea no es suficiente para garantizar el éxito de tratamientos dentales avanzados. El material utilizado puede provenir del propio paciente, de bancos de tejidos o ser de origen sintético, cada uno con características específicas que se ajustan a las necesidades individuales.
La falta de hueso en la cavidad oral puede originarse por múltiples factores, como enfermedades periodontales avanzadas, traumatismos, pérdida dental prolongada sin sustitución o condiciones genéticas que afectan la densidad ósea. En estos casos, un injerto óseo permite restaurar el soporte necesario para los dientes y asegurar que los implantes dentales se integren de manera estable y duradera. Además, esta técnica es útil en pacientes con irregularidades óseas que dificultan el éxito de tratamientos como ortodoncia o prótesis dentales.
En odontología, los injertos óseos se clasifican en diferentes tipos según la fuente del material. Los autoinjertos, considerados el estándar de oro, utilizan hueso del propio paciente y destacan por su elevada tasa de éxito y biocompatibilidad. Los injertos aloplásticos o sintéticos, en cambio, se desarrollan con materiales como fosfatos de calcio o hidroxiapatita que imitan la estructura del hueso natural, ofreciendo una alternativa menos invasiva. También existen injertos de origen animal (xenoinjertos) y de donantes humanos (aloinjertos), que son procesados para garantizar su seguridad.
Entre los principales beneficios de esta técnica se encuentra no solo la posibilidad de colocar implantes dentales con éxito, sino también la mejora en la funcionalidad oral. Pacientes que se someten a injertos óseos suelen experimentar mejoras en la masticación, el habla y la estética facial, factores que influyen significativamente en su calidad de vida. Además, estos procedimientos ayudan a prevenir el deterioro continuo del hueso maxilar, un problema común en quienes pierden piezas dentales y no las sustituyen a tiempo.
Es importante señalar que el éxito del injerto óseo depende en gran medida de la técnica utilizada, la calidad del material injertado y los cuidados postoperatorios. Por ello, cada caso debe ser evaluado de manera personalizada por un especialista en odontología para determinar el tipo de injerto más adecuado. La combinación de avances tecnológicos y materiales innovadores continúa mejorando los resultados de este procedimiento, haciendo del injerto óseo una solución confiable y ampliamente utilizada en la odontología moderna.
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